Cuando la gastronomía creativa se hizo vermutería
Probablemente no seas de este mundo si todavía no has escuchado hablar maravillas de la vermutería más top de Barcelona.
Y por eso mismo yo tampoco podía perdérmela. Porque como dice Samanta Villar, no es lo mismo contarlo que vivirlo. Así que con la excusa perfecta de celebrar San Calentín, nos fuimos derechos a La Mundana, un local pequeñito pero con mucho carisma que si algo no le falta, es mucho mundo en sus platillos.
Eso sí, no esperéis sentaros a vuestras anchas y disfrutar de la experencia con la máxima comodidad, La Mundana es un lugar para vivirlo entre los centímetros de sus pequeñas mesas y barras, un poquito apiñados entre la pared y el vaivén incansable a modo de torbellino de su personal.
Pero os aseguro que su cocina con influencias japonesas, francesas y mediterráneas fusionada entre lo creativo y lo tradicional, merece muchísimo la pena.

Y es que como dicen ellos, les encanta el humo (y la brasa, el horno, la robata o el escabeche) pero no lo venden, lo que ofrecen es un disfrute continuo para el paladar que os conquistará a la primera sin necesidad de hacer trucos de magia.
Nosotros probamos un poquito de aquí y otro de allí, empezando por tomarnos uno de sus 14 vermuts recomendados, como no podía ser de otra manera.
Y continuamos la velada con un verdejo muy intenso y especial.
Lo primero que decidimos probar fue un cesto de pan que habíamos visto en las mesas, un pan de punxes calentito acompañado de mantequilla ahumada.
No hace falta decir que ni las migas quedaron.
No hace falta decir que ni las migas quedaron.
Seguimos con las famosísimas bravas de La Mundana, unos lingotes de patata que valen su peso en oro.
Acompañados de alioli ahumado y salsa brava. Nadie debería continuar su existencia sin probarlas.
Acompañados de alioli ahumado y salsa brava. Nadie debería continuar su existencia sin probarlas.
La dieta del cucurucho, debería incluir este conito relleno de ensaladilla rusa. Con espuma vittelo-tonnato (un plato típico del Piamonte, que la verdad no tení ni idea pero lo he buscado en Google para vosotros) y pequeños brotes de albahaca.
Diferentes texturas de un bocado clásico modernizado que os sorprenderá.
Diferentes texturas de un bocado clásico modernizado que os sorprenderá.
Las croquetas tampoco podían faltar claro, y como en ésto no perdonamos, pedimos un par.
Unas deliciosas croquetas de asado con ternera, cerdo y pollo, de textura ultracremosa y un sabor increíble, ñam!
Unas deliciosas croquetas de asado con ternera, cerdo y pollo, de textura ultracremosa y un sabor increíble, ñam!
Y llegaron los calamares asiáticos. De fritura fina y crujiente, con polvo de chili, lima rayada y mayonesa de kimchi. Ración generosa y muy muy rica.

Apostamos también por algo de carne, concretamente el bun de rabo de toro. De todo lo que comimos fue lo que menos me gustó, todavía no le he cogido el gustillo a esto de los buns y, visto lo visto, no se si algún día lo haré.
El panecillo asiático hecho al vapor es muy blandito y no me termina de enamorar su textura, sin embargo, el relleno de rabo de toro con hinojo y yogurt estaba muy bueno.
El último bocado de la noche (antes de los postres) se lo llevó la sección de la brasa. Kebab de vaca vieja dry aged acompañado de dark soja, yema de codorniz y mijo, la cosa con este nombre prometía.
Y diréis, qué combinación más extraña ¿verdad? pues fue la estrella, nos quedamos sorprendidos de lo buenísimo que está este plato y de la cantidad de sabores y texturas que se pueden apreciar en él.
Un diez o un once se merece.
Un diez o un once se merece.
Pero si algo tenía claro desde el momento en el que hice la reserva, fue que quería comerme de postre un torritxutxo. El nombre no puede ser más acertado, pero por si alguien no se ha levantado esta mañana muy inspirado, se trata de una torrija muy innovadora con crema dentro. Vamos una bomba en toda regla, ¡pero bien buena!
Tal fue mi ansia viva que la pedí desde el principio para no quedarme sin ella y ni siquiera sabía que otras opciones había jijiji, ya lo descubriré en otra ocasión.
Una experiencia chulísima que me encantaría repetir en breve, porque me quedé con ganas de probar más cositas de su carta.
Gracias a su chef Alain Guiard, un maestro que ha recorrido fogones de toda Europa y grandísimas cocinas españolas como Can Faves, Sant Pau, Àbac o Mandarín Oriental entre otros, ahí es nada. Gracias por traernos gastronomía creativa, imaginación y sabor a precios realmente mundanos.
Y gracias también a Marc Martín, jefe de sala implacable. Pude ver su exigencia, velocidad y entrega durante toda la noche. Pude sentirlo volar por el pasillo de un lado a otro mientras se preocupaba del más mínimo detalle, no se le escapaba una. Otro maestro que ha sabido aportar técnicas asiáticas a La Mundana, aunque desde aquí le diría que ¡es un puro nervio!
- ¿Porqué hay que ir? ¿de verdad me lo preguntas?
- Moraleja hacer comida creativa y original sin que sea un lujo inalcanzable es posible
- Precio aproximado esta comida costó exactamente 65 euros en total, MÁS que razonable
- Ubicación
Vallespir 93
Barcelona
934088023
Web
